13 de diciembre de 2010

Blanca II

No es que haya querido dejar de escribir.
Es que estoy muy triste, y no hay nada que pueda hacer para dejar de extrañarla.

30 de noviembre de 2010

Al pelo

No hay nada más satisfactorio para una mujer que le hagan caso. No que la escuchen, no que le pidan opinión, sino que le hagan caso.

Nada da más placer que escuchar a una amiga decir que desde que le dijimos que los bizcochuelos los haga en la Essen no se le quemó más ninguno, a una compañera de trabajo que gracias a nuestro consejo no gasta más en ropa interior de marca porque le recomendamos al distribuidor, o ya en palabras mayores, que nuestra madre orgullosa cuente como no pierde más tiempo desde que le recomendamos pagar las cuentas por internet.

Para que este milagro femenino se dé, una tiene que saber mucho del tema y sólo aconsejar cuando está segura, porque una mala referencia puede tirar por tierra todo tip que una haya dado en la vida.

Yo sé mucho de pelo. Soy dueña de una cabellera abundante, voluminosa y con vida propia y eso me hace una experta en pelo. Desde los 15 hasta ahora, sin repetir y sin soplar, he probado: baño de crema de todo tipo y color, corte de puntas, aceite de almendras, mayonesa, silicona, serum, cera, planchado permanente, brushing progresivo, cauterización, baño de chocolate, keratinización, spray, mousse, baño de luz y máscaras de yogurt entre otros.
Con estos antecedentes en mi haber, las chicas de Sedal, me mandaron para que pruebe las Cremas de Tratamiento con Bio Keratina.

Si visitaron alguna peluquería en el último año, les dijeron que tienen que hacerse una keratinización, que es algo así como el último grito de la moda en reparación de cabello dañado. El proceso consiste en devolverle a la fibra capilar la keratina que perdió hasta llevar al pelo a su estructura original, mucho más sano y sedoso.
Eso es lo que hacen las cremas de tratamiento, desarrolladas para Sedal por Thomas Taw. Tienen Fix-Keratin que repara las grietas del pelo y sella las cutículas pero sin usar ningún proceso térmico como secador o planchita, lo cual lo hace de lo más sencillo: después del lavado, hay que aplicar la crema, dejarla 3 minutos y listo. La primera vez que las usás ya se nota el pelo más sano, suave y menos poroso.
La línea tiene 4 variedades y todas tienen la misma fórmula de keratinización en frio, y como si fuera poco, están baratas incluso para un bolsillo monotributista como el mío.

Consejo botón: déjenla esos 3 minutos y listo, 5 como mucho. En mi lógica de más es mejor, la segunda vez que la usé la dejé media hora y el resultado final fue el mismo.
Consejo botón 2: Háganselo una vez por semana, no hace falta más porque, de nuevo, la crema es así de efectiva sin que seamos exageradas.

Después de usarla, me aventuré en la primera recomendación y la usaron mi mamá y mi hermana, lacias y rulientas respectivamente. Las dos me lo agradecieron.

Háganme caso y pruébenlas, que ya voy a estar orgullosa cuando halagadas por su pelo digan: "Desde que Botona me recomendó las cremas de Sedal, tengo el pelo mucho más lindo."

24 de noviembre de 2010

Gente como uno

Hay cosas que la gente como uno no se puede permitir admitir.

Preguntale a mi mamá si le gustan los culebrones de la tarde, que inmediatamente te va a decir que no, que la aburren, que son todas iguales, que a ella le gustan los unitarios o las series "de afuera" como Vulnerables o Lie to me.
Eso sí, no vengas un feriado a casa porque vas a tener que ver la repetición de Valientes, y no la apures mucho porque te recita el curriculum artístico de la Fulop, empezando por Abigail hasta la actualidad.

Sentate con mi papá a hablar de música. Te va a contar que su primer disco fue uno de Santana, va a mencionar términos como fusión, blues y afro-soul, y en cuanto le preguntes por la cumbia o melódicos latinos va a dar por finalizada la discusión.
Eso sí, no vayas nunca a los últimos 15 minutos de sus ensayos semanales porque lo vas a ver delirar con covers de los Wawancó. No vengas tampoco a una cena en que alguien saque la guitarra, porque si no sabés las letras de Montaner, Sandro o Cacho Castaña, después de la primera media hora no vas a poder cantar nada.

A cualquiera de mis amigas preguntale si leyó el último libro de Danielle Steel. Sin dudas te va a decir que no, que lee cosas con más contenido. Te va a contar como justo ahora está releyendo Spinoza, mientras trata de terminar uno de Murakami que le quedó colgado.
Eso sí, no entres a su habitación, ni revises su biblioteca porque justo al lado de Tokio Blues y dos de Bolaños, vas a encontrar la colección completa de Chick Lit que sacó Revista Caras y en la mesita de luz va a haber una copia de Comer, Rezar, Amar, mientras que el Tratado teológico-político junta polvo en algún estante desde hace años.

Por último, preguntame si quiero un novio y sin mediar segundo te voy a decir que no, que nada más alejado de mis deseos, que hoy no podría, que esas cosas de pareja no me divierten, que no tengo madera de novia. Voy a decirte que lo mío es otra cosa, que ya me volví cínica y por último voy a detallarte cada uno de mis fracasos.
Eso sí, no me vengas a buscar los sábados a la mañana cuando me levanto para acompañarlo a hacer windsurf y lo miro una hora mientras me tomo un licuado. Ni me invites a la noche a cenar porque voy a estar también con él y sus amigos comiendo un asado. Y sobre todas las cosas no me revises el diario íntimo porque puede que leas transcripciones exactas de sus halagos, crónicas exhaustivas de cada uno de sus centímetros y una descripción bastante exacta de lo contenta que me pone ser su no-novia.

(porque si hay algo que a la gente como uno no le gusta, es quedar en evidencia)

19 de octubre de 2010

Blanca

Cuando me enfermé, mi papá se borro. Dijo que no podía soportar verme sufrir, que él no podía verme llorar cada vez que salía de un consultorio, que no podía llevarme a un quirófano, con las patitas flacas que yo tenía, a la rastra.
Y como yo necesitaba a una persona de cada lado, el papel de mi papá lo ocupó mi abuela, la mamá de mi mamá.

Mi abuela rezó conmigo antes de que entrara a operarme, me tapó los pies cuando los efectos de la anestesia me hacían tiritar y me acarició la frente mientras me transfundían.

Mi abuela después se quedó 15 días durmiendo en un sillón al lado de mi cama, por si yo necesitaba algo y me compró un discman y un CD de Celine Dion que me ponía todas las noches, desde el momento que se dio cuenta que yo no dormía porque me torturaban los llantos del hospital.

Mi abuela me compró La Biblia para los Niños, El Principito en Edición Especial y el Todo Mafalda. De hecho, me compró todos los libros que tuve hasta que tuve plata propia para comprarlos. Por ella leo, y por ella escribo.

Mi abuela me prestó la plata para operarme la nariz y nunca me pidió que se la devolviera. Me llevó por primera vez a una peluquería. Me tejió sweaters, me hizo vestidos, incluso me armó el de mis 15.

Mi abuela se vino a vivir a mi casa cuando mi papá se fue, y nos consoló, nos cocinó y nos hizo postres todos los domingos que sólo interrumpió durante las temporadas de frutillas en que nos las traía de a kilos con crema.

Mi abuela, hace casi dos meses, y sin mediar explicación, se enfermó y no mejoró más. Y yo no puedo quedarme sentada al lado de ella en un sillón de hospital porque no nos dejan. Y no puedo taparle los pies cuando tiene frío porque tiene el cuerpo tan débil que el peso de la frazada la llena de dolor. No le puedo llevar música ni libros porque no tiene fuerza para prestarles atención. No puedo siquiera llevarle frutillas con crema, porque decidió que no quiere comer más.

Mi abuela se está muriendo y yo no puedo hacer nada.

Mi abuela se está muriendo y ni siquiera le puedo decir que la quiero mucho, porque mientras lo digo se me quiebra la voz y ella lo entiende y, sobre todo, porque yo no estoy lista para despedirla.

9 de septiembre de 2010

Ante la duda

Preguntas que tengo que aprender a hacer antes.

¿De cuánto es el aumento?
¿A qué te referís con "flexible"?
¿Cuánto me va a salir?
¿Me va a doler?
¿A qué hora estaríamos volviendo?
¿Cuántas cuadras son?
¿Cómo tengo que ir vestida?
¿Vas a la salida de hoy?
¿Para cuándo lo necesitás?
¿Tenés forros?
¿Tenés novia?

(una vez que diste el sí, es muy dificil volver atrás)

31 de agosto de 2010

Libre deuda

Básicamente, endeudarse significa que uno (que no tiene), le pide a otro (que sí tiene) lo que necesita y promete que lo va a devolver, la mayor de las veces, pagando onerosos intereses.
El tema es que el que no tiene, por algo no tiene. Nadie se endeuda su pudiera solventarse solito. Entonces para devolver, se pasa mucho tiempo pagando de a poquito, desde el sacrificio, infinitas veces lo que se pidió.

Hace un poco más de un año, yo estaba en la ruina. El corte con Pérez, mi despido, mi situación familiar, el vacío de mis amigos, mi cuerpo incluso, me dejaron en déficit.
De a poquito y para esta altura del año, no sin mucho esfuerzo, tenía nuevamente trabajo, algo parecido al amor, estabilidad familiar y un nuevo núcleo de amistades; pero casi todo era prestado. Estaba en deuda con todos.
El trabajo fue casi un favor que le hicieron a una amiga, mi mamá se me acercó a fuerza de mantenerme económica y emocionalmente y cierto muchacho en cuestión me quería tan bien que accedía a jugarme a la pareja para que yo no me desmoronara hecha una sola lágrima.

De todo este proceso, salí con varios miles de pesos abajo; obligada a hacer cualquier cosa en el trabajo porque había que agradecer que tenía uno; cediéndole espacios muy míos a mi mamá, porque cómo negarle con lo que me había dado; haciendo salidas que no me divertían, escuchando palabras que me dolían y entrando en dinámicas que no me interesaban, porque esos eran mis amigos, los que me habían bancado; sin otra opción que querer porque me habían querido, querer incluso de más, perdiéndome en el camino, porque a cada uno que se había tomado la molestia de mirarme, no le debía menos que un cacho de corazón en bandeja, novela rosa y drama incluidos.

Un año y dos meses tardé en saldar mis deudas. Catorce meses que dejé medio sueldo en cuentas ajenas, que trabajé en disconformidad y sintiéndome menos, que a fuerza de discusiones y reconciliaciones tardé en encontrarme de nuevo con mi mamá. Cuatrocientos veintiséis días en que cumplí con amigas por gratitud obligada, que conocí ellos que me borraron la voluntad, que me encontraron entregándoles más de lo que merecían por el simple hecho de haberme dicho que era adorable, querible o por haber querido acostarse conmigo.

Todos esos días transcurrieron hasta este Agosto en que pagué mi última cuota de Monotributo atrasada, mi último resumen de la tarjeta, mis últimos besos, te quieros y lágrimas con intereses y no me siento más endeudada.

17 de agosto de 2010

No soy yo, sos vos

Empecé a salir con un chico.

Dia 1: Me dijo que no quería que tuviéramos sexo, que queria "hacer las cosas bien" por una vez en su vida.

Dia 3: Me invitó a tener una segunda cita.

Dia 4: Dia, de su cumpleaños, lo empezamos juntos en un hotel.

Dia 5: Me preguntó qué se sentía hacer feliz a alguien.

Día 6: Me vino a buscar al bar donde estaba con mis amigas, para vernos 1 hs.

Dia 7: A pesar de odiar las películas, me invitó al cine.

Dia 9: Nos invitó a una amiga y a mí a una salida con un amigo suyo.

Día 10: Nos divertimos a la tarde buscando hoteles para pasar la noche.

Dia 14: Mientras me agarraba la mano me preguntó retóricamente si estábamos "hasta las manos" y se lamentó por ser lo único que no tenía que hacer en esta mitad del año.

Dia 15: Me desperté con un mail de él en mi casilla diciendo que tenía ganas de verme (Si, de nuevo)

Dia 16: Le escribí un mail donde le pedía que imaginara un mail gracioso, pero tierno, equilibrado, diciéndole cosas lindas y agradeciéndole por haber aparecido.

Día 19: Vino a hacerme mimos a mi casa (madre incluída), porque me accidenté rompiéndome cara completa y me regaló un potus, porque le dije que trajera cualquier cosa.

Dia 22: Me escribió una canción.

Dia 23: Le compré El libro negro del Bicentenario de Barcelona, porque lo quería y no se había querido llevar el mío prestado.

Día 24: Le dije que lo extrañaba.

Día 25: Me dijo que nos nos viéramos más porque yo estaba muy enganchada.

Día 130: Le dije que por más abandónico, egocéntrico y desamorado que fuera, él me gustaba, lo quería e iba a tener que bancársela.

Día 131: Se fue a vivir a otro continente.

(porque generamos estas pasiones, porque ya no duele y porque la parte en que lo queremos es cierta y queremos que le vaya bien)

6 de agosto de 2010

Te puede pasar

Te puede pasar.

Podés estar caminando, volviendo de una salida con amigas, pensando en lo difícil que es siquiera charlar, mucho menos entenderse con un hombre.

Podés venir metida en tu cabeza, con un frío polar, manos en los bolsillos y cabeza gacha.

Podés frenar en Libertador, y levantar la cabeza, esperando esquivar los autos y ver a un alguien del otro lado en la misma postura, en sentido contrario.

Podés avanzar por la avenida, luchando con tu corta visión, darte cuenta que ese alguien que se acerca es un chico y es lindo y podés sonreír mientras pasás al lado.

Podés ver que él también sonrió, llegar a la vereda, darte vuelta y ver que él también se dio vuelta.

Podés avanzar unos metros y volver a darte vuelta y verlo parado, avenida mediante, mirándote.

Podés seguir tu camino, para que un minuto después te toque el hombro el chico lindo que se cruzó la avenida al trote.

Podés caminar al tren en compañía, charlando, riéndote del cliché de la situación.

Podés dejar pasar, 2, 3 trenes, hasta que llegue el último que va para tu casa y recién ahí despedirte.

Podés recibir un beso que te sorprenda, dar tu número de teléfono y al instante que salga el tren de la plataforma, podés recibir un llamado que chequee que no hayas mentido.

Podés sonreír el resto del viaje.

No digo que vaya a pasarte, pero que sé yo.

Te puede pasar.

5 de agosto de 2010

El aguante

Hay veces que uno a la gente la aguanta. Y cuando la aguanta, no sólo la soporta sino que la espera.

Soporta desprolijidades, desconsideraciones, comentarios desafortunados, egoísmos, deslices, pequeños y grandes desaciertos.

Y espera. Espera que pase el mal momento, la crisis, la bronca, la tristeza.
Uno soporta y espera, porque en algún momento vio algo valioso; porque quiere, quiere aguantar y lo quiere al otro; porque cree en que lo que va, vuelve; porque cree que esa relación, esa persona, ese trabajo valen la pena el aguante.

Y a veces, las menos, vale la pena. Otras, las más, uno termina agotado.

Esas últimas veces, hacen que un comentario alcance para cortar una relación, que un desplante sea lo último que escuchemos de esa persona, que el aumento de sueldo de otro alcance para salir a buscar trabajo.

Esas veces, un mínimo detalle alcanza para que uno vuelva a querer escribir en su blog.

15 de junio de 2010

Para muestra sobra un botón

Soy Botona desde mucho antes de escribir en este blog.

Soy botona desde que era muy chica, cuando mi papá comía papas fritas de la fuente por más que mamá le pidiera que no lo hiciera reiteradas veces y yo le gritaba:

-Papáaaaaaaaa.

Ahí, su veredicto me bautizaba:

-Sos botona, eh?

Soy botona desde ese bautismo temprano, y desde ese momento lo fui cada vez que conté cuando se rompía algo, cada vez que descubría una mentira, cada vez que decía lo que otro no quería que se supiera.

En algún momento entre las papas fritas y una infidelidad, ser botona me empezó a pesar. Ya no sentía cumplido el deber de hacer el bien cuando salían de mi boca las malas noticias y no manejaba tan bien la culpa ante el delatado.

Hoy no tengo más ganas de andar botoneando. No quiero hacerme cargo de lo que otros no dicen, ni quiero ponerle palabras y actos a lo que otros no se animan. No quiero tener más miedo de herir suceptibilidades, ni de delatar a nadie.

Principalmente no quiero botonearme más a mi misma. No quiero ponerme más en evidencia, no quiero decir desde un nick lo que el nombre y apellido no se animan, no quiero darme por satisfecha al escribir sobre un sentimiento sin poder vivirlo.

Por acá ya sobraron botones, no queda más nada de muestra.

31 de mayo de 2010

Mañana

Hoy necesito ser optimista y un poquito estúpida y desmemoriada.

Hoy necesito creer que las oportunidades que tardan son las que, cuando llegan, te cambian la vida.

Hoy necesito tener la certeza de que un cambio de escenario cambia la escena y al final, la que termina cambiando es la película.

Hoy necesito saber que, sin importar lo que haya pasado, voy a mantener conmigo la espontaneidad necesaria para ilusionarme de nuevo. Y voy a trabajar con el entusiasmo del primer día, me voy a enamorar perdidamente y voy a amar lo mío con idealismo.

Hoy necesito no dudar de que existe un trabajo que pueda considerar significativo, placentero, desafiante, que me haga crecer y sobre todo, tan propio como se puede.

Hoy necesito fe ciega en que va a haber un otro que me conmueva mirándome, al cual creerle amor, halagos y promesas, que sea feliz conmigo y no me deje, del cual enamorarme como si nunca hubiese dolido.

Hoy necesito creer en el Tarot, en el horóscopo, en lo justo, en el destino, en el karma, en Dios, en el psicoanálisis, en el cambio, en mí. En cualquier cosa que me tranquilice antes de empezar otro mañana.

Hoy estoy muerta de miedo.

19 de mayo de 2010

Él se lo pierde

Me cambio de trabajo.

Me ofrecieron un puesto mejor, de más responsabilidad, con proyección y mejor remunerado. Lo que estuve esperando.

Voy y se lo comento a mi jefe, le cuento que de otra parte me quieren, que piensan que tengo potencial, que me quieren dar otras cosas. Se lo cuento y le pregunto qué opinión le merece, le hablo de la relación que tenemos, del tiempo pasado juntos, de mí, del futuro. Y lo miro, a ver qué me dice.

Y me dice que tengo razón, que me merezco más, que él no puede ofrecerme lo mismo, que es una pena, que es lo mejor para mí, que le duele pero no puede hacer nada al respecto. Me recomienda sin embargo dudar de la otra oferta, exigir más plata, mejores condiciones, asegurarme que valga la pena, pero de nuevo, él no me ofrece nada.

Acepto entonces el nuevo trabajo y se lo cuento. Y lo miro a los ojos a ver si esta vez me dice algo más. A ver si de golpe los ojos me dicen que realmente le da pena perderme, que realmente valí algo en mi puesto, a ver si en un rapto último me pide que me quede, pero obviamente eso no sucede.

Y me da tristeza igual. Porque esta vez sé que tengo razón e hice todo bien. Porque en este caso no dudo de mis ventajas y capacidades. Porque sé que tiene más que ver con sus posibilidades, con sus ganas, con sus taras, con sus expectativas, con sus defectos, con sus capacidades y con lo que él tiene para ofrecerme que a la inversa, pero me da tristeza.

Porque soy de las que, no importa la circunstancia, no saben pensar: "Él se lo pierde".

4 de mayo de 2010

Autorretrato

Me cuesta horrores ser femenina.

Mi mente no reconoce a mi cuerpo como al de una mujer por lo que cualquier tarea de embellecimiento es un esfuerzo mental.

Si no estoy sumamente atenta puedo despertar un día con las cejas como nubes, el pelo con las puntas partidas en veinte o las uñas con restos lejanos del esmalte de hace dos semanas. Si me apuran salgo sin maquillaje, sin perfume o si me apuran mucho hasta puedo olvidar el desodorante.

Y lo vivo con culpa. Cuando me descubro en uno de estos deslices, me lleno de culpa, me digo que soy la mujer más desatendida del planeta y le sumo a esto el eterno "Soy fea".

Entonces hay días enteros que ando pensando que soy un horror de fémina, bajo la mirada ante cualquiera que pasa, sufro las reuniones, me ato el pelo desprolijamente y pido que lleguen rápido las 7 así estoy en casa y nadie tiene que verme. Pienso que todos están notando mis cejas sin depilar, mis poros sin maquillaje, mis uñas agrietadas y sólo me sale enfrentar el suelo.

Y llegan las 7 y estoy en casa. Pelo para atrás, pinza en mano, luz de frente, encaro al espejo y me miro. Me miro y me veo objetivamente. Y si, tengo mis defectos pero no son tantos. Me miro y me veo bien, desprolija tal vez, sin terminaciones lujosas, perfectible, obviamente, pero bien.

Y me pregunto cuántas miradas esquivé ese día, cuántos almuerzos con gente divertida me perdí en la semana, cuantas reuniones laborales evité, cuántas oportunidades ni miré, cuánto, por no saber mirarme, evadí de mi misma.

(ojalá sólamente tuviera una percepción errada mía en lo que a estética se refiere)

24 de abril de 2010

Primera cita II

Por mi parte, creo que la primera cita ideal consiste en un viaje en el tren Mitre, Ramal Tigre.

Saliendo de Tigre, pasando por cada una de las estaciones de Zona Norte, viendo las reacciones ante el cambio de pasajeros, vendedores ambulantes y demases.

Notar los adjetivos que usa el otro al pasar por los centros comerciales de Virreyes, San Isidro y Belgrano.

Finalmente escuchar atentamente las opiniones que le merece, llegando a Retiro la 31. Si el "¡Qué terrible!" responde a "¡Qué terrible que haya gente viviendo así frente al Patio Bullrich!" o "¡Qué terrible que haya gente viviendo gratis en la zona del Patio Bullrich!"

En 50 minutos sabrá una a quien tiene adelante sin necesidad de ver cómo trata al mozo, si deja propina o le cuente a quien votó en las ultimas elecciones.

9 de abril de 2010

No me quiero olvidar

del momento en que me recibí.

Del latir fuerte del corazón, de las manos temblorosas y la electricidad en los brazos. De la reacción involuntaria de mi cara, mi sonrisa y mi risa casi contra natura. De las manos de mi hermana agarrando las mías todo el camino de ida y de la presión que ejercían en mi espalda cuando salí del aula, ya licenciada. Del orgullo que me di. Del nudo en la garganta, las ganas de llorar de la emoción tan fuertes que hasta vuelven cuando escribo esto.

(post y título inspirados en los primeros de También soy minita que me hicieron acordar de las cosas que no me quiero olvidar)

3 de abril de 2010

Tender

Me dice amiga, sorprendida, tras verme interactuar con dos infantes:

-¡Qué tierna que sos con los chicos! No te imaginaba dando esos abrazos.


Me dice amiga 2, incrédula, después de escuchar una charla telefónica:

-¡Qué tierna que sos con tu hermana! No se puede creer las cosas lindas que le decías.


Me dice amiga 3, muerta de risa, mientras juego con mi can:

-¡Qué tierna que sos con tu perra! Es muy gracioso escucharte hablarle así.


Me dice mi madre, desconociéndome, en charla posterior a conocerlo:

-¡Qué tierna que sos con ese chico, hija! Nunca pensé verte agarrando de la mano a nadie.


¿Alguien me cuenta qué imagen ando proyectando?

25 de marzo de 2010

Matemática simple para la mujer

Una chica se convierte en mujer cuando antes de desesperarse y llorar sin consuelo por la amiga que está en otro país y extraña; de gritar y pedir ser desheredada con tal de no tener que soportar una cena más con su padre; de renunciar y denigrar en todas las formas posibles a su jefe abusivo; de hacer ayuno total porque se ve gorda o comerse 3 chocolates porque está triste, mira el calendario, cuenta los días y se da cuenta que le va a venir

(y la única decisión que toma es irse a su casa a bañarse con agua bien caliente y mirar una peli de llorar)

19 de marzo de 2010

Zoom

Lo que seduce
nunca suele estar
donde se piensa

Años tardé en enterarme que el último verso no repetía cual eco el primero de la estrofa.

Así, pensé que lo que seducía simplemente no solía estar y me conformaba con un deseo de lo imposible, evitando buscar lo que nunca iba a estar.

Ahora resulta que me había perdido una parte y el único problema con lo que seduce es que no suele estar donde uno piensa. Pero estar, está.

(igual jamás se lo admitiré en público a quien me hizo dar cuenta de eso.)

9 de marzo de 2010

Primera Cita

Al otro día durante el almuerzo.

Ella: Un divino total, ubicado, caballero, sobre todo caballero. Ponele, estábamos muy cerca de donde fuimos a tomar algo, e igual me pasó a buscar con el auto para que no camine. Cuando llegamos al bar, me acomodé y él en vez de sentarse al lado, se sentó enfrente como para hablar más cómodos. Y cuando nos volvimos, también, me dejó en casa pero tranqui. Se notaba que le gusto, pero no intentó ninguna movida. Se nota que es un chico sano.

Él: Y la mina, nada... no me dio ni un poco de cabida. Probé de todo. La fui a buscar con el auto nuevo por más que eran dos cuadras y nada. Llegamos al bar y se acomoda y tira el bolso en el asiento de al lado, no tuve otra, me tuve que sentar enfrente. Cuando volvimos tampoco, llegamos a la casa y en seguida se bajó y me tiró un "Me divertí mucho". Yo también me divertí, pero volví un poco desesperado.


Para Stella, que está en esta cruda tarea de encontrar su clavo.

27 de febrero de 2010

Usted tiene 0 mensajes nuevos

Luego de inmolarse emocionalmente con un mail provocador, divertido y juguetón, no contestó y la respuesta es simple:

-Se le rompió la pc.
-No tiene internet.
-No revisó los mails.
-No le llegó.
-No tuvo tiempo de contestar.
-Está esperando a que se le pase la gripe porque se siente mal como para escribir.
-Está esperando a ver si va a la noche, para contestar con las últimas novedades.
-Está pensando la respuesta para estar a la altura de tan genial mail.
-Está esperando a contestar el lunes desde el trabajo que está más tranquilo.
-Va a contestar en persona.
-Contestó pero no llegó su respuesta.
-Contestó pero puso sólo Responder y no Responder a todos, por lo que sólo recibió su respuesta tu otro cómplice copiado en el mail.
-No le interesa la propuesta y sólo te está ignorando.

(igual tiene razón Elen, inmolarse sería escribirle DE NUEVO)

19 de febrero de 2010

Roja (de la verguenza)

Una vez llegados al punto en que me pregunta cuando vamos a salir a tomar una cerveza con los demás, una vez que me dice que estoy linda, una vez que dice que sólo sube un piso cada día para saludarme y volver a su oficina, es obvio que algo tiene que pasar.

Y yo, precavida, me ocupé de pensar en positivo para no atraer cosas feas. Lo imaginé conmigo, lo imaginé sonriendo ante mis chistes, lo imaginé incluso, acurrucándome contra una pared del baño. Y me imaginé ocurrente, espléndida, linda, bronceada.

Y lo logré en gran medida.

Tras un fin de semana en Rosario, volví roja como un tomate, con el paso de los días me volví bordeaux y ahora me estoy pelando.

Entonces ando haciéndome la espléndida aunque luzco como un mapamundi viviente, untándome aloe vera a toda hora, acurrucándome contra la pared del baño para que no me vea, porque por más que cuando me ve me dice que igual me queda lindo y se queda conmigo, se sonrie progresivamente y sé que cuando termina con la carcajada no lo hace porque soy ocurrente.

(Dale, seguí con El Secreto y en atraer lo que uno piensa)

10 de febrero de 2010

Adolesce que no es poco

Mi adolescencia fue tortuosa.

A los 14 nadie quiere tener las caderas más grandes del curso, ni una nariz gigante, ni siquiera un pelo voluminoso. A los 14 todas las lindas son flacas, tienen cara de muñeca y el pelo lacio como tabla. Así lo consideran las chicas y así lo consideran los chicos. Ese atroz prejuicio significó para mí la mayor de las desdichas.

Cada enamoramiento fugaz, cada metejón caprichoso y todas y cada una de las mariposas en la panza eran básicamente un problema, un estorbo, un futuro e indefectible final infeliz.

Por más simpática, inteligente, divertida y canchera que fuera, el depositario de mi amor siempre se iba a ir tras otra más linda, con mejor ropa o en su defecto, que jugara al hockey. Y así aprendí que a mí no me pasaban esas cosas.

Diez años después, alguien me hace sonreir de solo mirarme, me pone colorada y me hace tartamudear hasta el punto de haber tardado 20 días en concentrarme teniendolo enfrente y ver de qué color son sus ojos. Hoy por hoy espero cualquier momento para cruzarlo en una escalera y escuchar un chiste, me visto todos los dias pensando que voy a verlo y repito en mi mente cada piropo o guiño que me dedica. Hoy, a mis 25 años llego a mi casa y lloro, lloro como una nena de 14.

Lloro por adelantado y velo las mariposas que indefectiblemente van a morir cuando él pase de largo e invite a salir a la linda, coquetee con la flaca, o se enamore de la que juega al hockey, porque esta nena de 14 que soy, aprendió que a ella todavía no le pasan esas cosas.

27 de enero de 2010

Compra por impulso

Luego de poner en la canastita una esponja vegetal, jabón líquido y un nuevo cepillo de dientes, me acerqué a la caja.

Ahí, un bowl de exhibición ofrecía las cajitas apelando a la compra por impulso.

En un acto de inédito arrojo y optimismo agarré con inusitada confianza una roja y procedí a dársela a la cajera.

La cuenta que daba antes la suma de $ 27,20, ascendió a $32,20. Pagué gustosa y guardé todo en la cartera.

Vencen en el 2014, tengo tiempo para usarlos, pero aún así y dados mis últimos registros sexuales, creo que esos 3 Prime serán los $ 5 peores invertidos de todo el 2010.

(y eso que recién estamos en Enero)

14 de enero de 2010

En permanente actualización

En el laburo, de buenas a primeras, nos bloquearon el acceso a los siguientes "recursos":

Mercadolibre
Más Oportunidades
Facebook
Flickr
Gmail (de hecho todas las cuentas Google)
Blogger
Msn
Meebo
Ebuddy
IloveIm
KoolIm
Twitter
Youtube
Fotolog
Infobae
Taringa
FM100
Rapidshare
Megaupload
Cualquier página que tenga Flash
Hidemyass
Ninja Cloak
Vtunnel

Ahora, ¿alguien me recuerda para qué usábamos internet?

13 de enero de 2010

Vos no estás es mi mente

Dada a encantarme nuevamente por las bondades de un González, soy protagonista de los mejores diálogos.

Fiesta de fin de año, en medio de una quinta:
Botona: ¿Y si vamos para allá que están tocando la guitarra?
González: ¿Y si mejor los dejamos tocar la guitarra y nosotros encaramos para otro lado?
Botona (mental): Tenés razón, mejor toquémonos nosotros dos.
Botona: Nooooo, dale, no seas tímido, vamos a escuchar como tocan la guitarra.

Misma fiesta de fin de año:
Compañero: Ella vive como vos, en Zona Norte...
González: Yo vivo en Nuñez. Igual no me molestaría ir para Zona Norte...
Botona: ¿Para volver ahora?
González: No, en general... que sé yo...
Botona (mental): Cuando quieras entonces venite a casa que te doy asilo.
Botona: No, por eso, a mi me lleva Martín, no te preocupes.


Un día cualquiera, volviendo del kiosko:
González: ¿A ver? ¿Qué me trajiste?
Botona (mental, mirando la bolsa): Mmmmm, que puedo ofrecerte? Tengo mi teléfono, lo querés? 15-3-1....
Botona (mirando la bolsa): Postrecito Ser, Cepita y mi teléfono, así que nada.


Otro día cualquiera, después de avisarle algo:
González: Ay, ¿qué haría sin vos?
Botona (mental): Sin mí, no sé, pero te puedo decir lo que podés hacer conmigo.
Botona: ... (me puse colorada y no pude articular palabra)


100 y un maneras de ser suspicaz, sensual e ingeniosa (sólo si estás en mi mente)

11 de enero de 2010

Cuestión de peso

Tirada en la reposera, fastidiosa por el sol, sin ganas siquiera de broncearme, noté que cuando una está gorda y lo siente, no tiene ganas de hacer mucho para estar linda, ni de comprarse ropa, ni de salir a bailar, ni de tener sexo, ni siquiera de mirarse al espejo. Resulta que me di cuenta.

Que 7 kilos de más son el límite entre haber engordado y estar gorda.

Que el Large no le entra a ninguna mujer de más de 62 kilos, y el talle 4 sólo es tal en las tiendas de Once.

Que la gente está más dispuesta a aceptar un capricho ilógico como: “No, mayonesa no, porque no me gustan los alimentos amarillos” a que estás a dieta y por eso la ensalada la condimentás con aceto balsámico.

Que la misma gente que considera un argumento válido: “Hay gente que no tiene que comer y vos pasás hambre porque querés”, no cree tan irrefutable cuando uno le dice: “Hay tanta gente que no tiene que comer y con lo que vos gastás en el cubierto, comen dos”.

Que meter panza se puede convertir en una costumbre y eso sumado a no comer, te da espasmos en el diafragma y un hipo incontrolable.

Que la celulitis puede instalarse en lugares inéditos como los brazos, el plexo solar o las rodillas.

Que los hombres por más que dicen que prefieren que sobre y no que falte, ni bien te ven te dicen, de costado: “¿Engordaste?”

Y por sobre todo, que “yo me cuido un par de semanas y bajo”, es un mito.