"Pero cuando el amor la ahogaba, cuando alguno de sus accidentes, el más feliz y el más desdichado, el éxtasis, por ejemplo, o la desesperación, cruzaba el umbral con que el amor limita la validez de las palabras y los gestos en vivo, Sofía enmudecía y se retiraba, como si para seguir adelante tuviera que desaparecer.
Una hora, un día, a veces una semana más tarde, cuando ya la economía del amor había recuperado su equilibrio cotidiano y el «incidente», (...) parecía haber cicatrizado espontáneamente, Rímini tropezaba de golpe con un mensaje, una carta, tres renglones apurados o páginas enteras de abnegación confesional que Sofía había redactado a solas: encerrada en un cuarto, en un bar, acodada a una mesa tapizada de servilletitas, o insomne en plena madrugada, sentada a la mesa de la cocina (...)."
Porque a mí también me pasa de abrumarme con los accidentes del amor, de la felicidad, de lo nuevo, de lo viejo, de lo malo y de lo bueno, pero sobretodo también me pasa que cuando vuelve el equilibrio, y los "incidentes" perdieron lo incomprensible, necesito volver del retiro y hacer uso del sentido confesional de las entradas.
Una hora, un día, a veces una semana más tarde, cuando ya la economía del amor había recuperado su equilibrio cotidiano y el «incidente», (...) parecía haber cicatrizado espontáneamente, Rímini tropezaba de golpe con un mensaje, una carta, tres renglones apurados o páginas enteras de abnegación confesional que Sofía había redactado a solas: encerrada en un cuarto, en un bar, acodada a una mesa tapizada de servilletitas, o insomne en plena madrugada, sentada a la mesa de la cocina (...)."
El Pasado, Alan Pauls
Porque a mí también me pasa de abrumarme con los accidentes del amor, de la felicidad, de lo nuevo, de lo viejo, de lo malo y de lo bueno, pero sobretodo también me pasa que cuando vuelve el equilibrio, y los "incidentes" perdieron lo incomprensible, necesito volver del retiro y hacer uso del sentido confesional de las entradas.