30 de noviembre de 2010

Al pelo

No hay nada más satisfactorio para una mujer que le hagan caso. No que la escuchen, no que le pidan opinión, sino que le hagan caso.

Nada da más placer que escuchar a una amiga decir que desde que le dijimos que los bizcochuelos los haga en la Essen no se le quemó más ninguno, a una compañera de trabajo que gracias a nuestro consejo no gasta más en ropa interior de marca porque le recomendamos al distribuidor, o ya en palabras mayores, que nuestra madre orgullosa cuente como no pierde más tiempo desde que le recomendamos pagar las cuentas por internet.

Para que este milagro femenino se dé, una tiene que saber mucho del tema y sólo aconsejar cuando está segura, porque una mala referencia puede tirar por tierra todo tip que una haya dado en la vida.

Yo sé mucho de pelo. Soy dueña de una cabellera abundante, voluminosa y con vida propia y eso me hace una experta en pelo. Desde los 15 hasta ahora, sin repetir y sin soplar, he probado: baño de crema de todo tipo y color, corte de puntas, aceite de almendras, mayonesa, silicona, serum, cera, planchado permanente, brushing progresivo, cauterización, baño de chocolate, keratinización, spray, mousse, baño de luz y máscaras de yogurt entre otros.
Con estos antecedentes en mi haber, las chicas de Sedal, me mandaron para que pruebe las Cremas de Tratamiento con Bio Keratina.

Si visitaron alguna peluquería en el último año, les dijeron que tienen que hacerse una keratinización, que es algo así como el último grito de la moda en reparación de cabello dañado. El proceso consiste en devolverle a la fibra capilar la keratina que perdió hasta llevar al pelo a su estructura original, mucho más sano y sedoso.
Eso es lo que hacen las cremas de tratamiento, desarrolladas para Sedal por Thomas Taw. Tienen Fix-Keratin que repara las grietas del pelo y sella las cutículas pero sin usar ningún proceso térmico como secador o planchita, lo cual lo hace de lo más sencillo: después del lavado, hay que aplicar la crema, dejarla 3 minutos y listo. La primera vez que las usás ya se nota el pelo más sano, suave y menos poroso.
La línea tiene 4 variedades y todas tienen la misma fórmula de keratinización en frio, y como si fuera poco, están baratas incluso para un bolsillo monotributista como el mío.

Consejo botón: déjenla esos 3 minutos y listo, 5 como mucho. En mi lógica de más es mejor, la segunda vez que la usé la dejé media hora y el resultado final fue el mismo.
Consejo botón 2: Háganselo una vez por semana, no hace falta más porque, de nuevo, la crema es así de efectiva sin que seamos exageradas.

Después de usarla, me aventuré en la primera recomendación y la usaron mi mamá y mi hermana, lacias y rulientas respectivamente. Las dos me lo agradecieron.

Háganme caso y pruébenlas, que ya voy a estar orgullosa cuando halagadas por su pelo digan: "Desde que Botona me recomendó las cremas de Sedal, tengo el pelo mucho más lindo."

24 de noviembre de 2010

Gente como uno

Hay cosas que la gente como uno no se puede permitir admitir.

Preguntale a mi mamá si le gustan los culebrones de la tarde, que inmediatamente te va a decir que no, que la aburren, que son todas iguales, que a ella le gustan los unitarios o las series "de afuera" como Vulnerables o Lie to me.
Eso sí, no vengas un feriado a casa porque vas a tener que ver la repetición de Valientes, y no la apures mucho porque te recita el curriculum artístico de la Fulop, empezando por Abigail hasta la actualidad.

Sentate con mi papá a hablar de música. Te va a contar que su primer disco fue uno de Santana, va a mencionar términos como fusión, blues y afro-soul, y en cuanto le preguntes por la cumbia o melódicos latinos va a dar por finalizada la discusión.
Eso sí, no vayas nunca a los últimos 15 minutos de sus ensayos semanales porque lo vas a ver delirar con covers de los Wawancó. No vengas tampoco a una cena en que alguien saque la guitarra, porque si no sabés las letras de Montaner, Sandro o Cacho Castaña, después de la primera media hora no vas a poder cantar nada.

A cualquiera de mis amigas preguntale si leyó el último libro de Danielle Steel. Sin dudas te va a decir que no, que lee cosas con más contenido. Te va a contar como justo ahora está releyendo Spinoza, mientras trata de terminar uno de Murakami que le quedó colgado.
Eso sí, no entres a su habitación, ni revises su biblioteca porque justo al lado de Tokio Blues y dos de Bolaños, vas a encontrar la colección completa de Chick Lit que sacó Revista Caras y en la mesita de luz va a haber una copia de Comer, Rezar, Amar, mientras que el Tratado teológico-político junta polvo en algún estante desde hace años.

Por último, preguntame si quiero un novio y sin mediar segundo te voy a decir que no, que nada más alejado de mis deseos, que hoy no podría, que esas cosas de pareja no me divierten, que no tengo madera de novia. Voy a decirte que lo mío es otra cosa, que ya me volví cínica y por último voy a detallarte cada uno de mis fracasos.
Eso sí, no me vengas a buscar los sábados a la mañana cuando me levanto para acompañarlo a hacer windsurf y lo miro una hora mientras me tomo un licuado. Ni me invites a la noche a cenar porque voy a estar también con él y sus amigos comiendo un asado. Y sobre todas las cosas no me revises el diario íntimo porque puede que leas transcripciones exactas de sus halagos, crónicas exhaustivas de cada uno de sus centímetros y una descripción bastante exacta de lo contenta que me pone ser su no-novia.

(porque si hay algo que a la gente como uno no le gusta, es quedar en evidencia)