6 de agosto de 2010

Te puede pasar

Te puede pasar.

Podés estar caminando, volviendo de una salida con amigas, pensando en lo difícil que es siquiera charlar, mucho menos entenderse con un hombre.

Podés venir metida en tu cabeza, con un frío polar, manos en los bolsillos y cabeza gacha.

Podés frenar en Libertador, y levantar la cabeza, esperando esquivar los autos y ver a un alguien del otro lado en la misma postura, en sentido contrario.

Podés avanzar por la avenida, luchando con tu corta visión, darte cuenta que ese alguien que se acerca es un chico y es lindo y podés sonreír mientras pasás al lado.

Podés ver que él también sonrió, llegar a la vereda, darte vuelta y ver que él también se dio vuelta.

Podés avanzar unos metros y volver a darte vuelta y verlo parado, avenida mediante, mirándote.

Podés seguir tu camino, para que un minuto después te toque el hombro el chico lindo que se cruzó la avenida al trote.

Podés caminar al tren en compañía, charlando, riéndote del cliché de la situación.

Podés dejar pasar, 2, 3 trenes, hasta que llegue el último que va para tu casa y recién ahí despedirte.

Podés recibir un beso que te sorprenda, dar tu número de teléfono y al instante que salga el tren de la plataforma, podés recibir un llamado que chequee que no hayas mentido.

Podés sonreír el resto del viaje.

No digo que vaya a pasarte, pero que sé yo.

Te puede pasar.