1 de agosto de 2008

Ser linda VI

Que la belleza oprime, que es tirana, que es relativa, que es un mandato, que cuando es externa no, pero que cuando es interna realmente determina el valor. Si todos estamos de acuerdo con eso, si de los 81 comentarios que recibí en esta seguidilla de posts todos apoyaban alguna de estas premisas; si de todos los que alguna vez me escucharon hablar de cirugía de nariz ninguno me dijo que lo hiciera, que era importante; si todos repudiamos la tiranía de la belleza, de lo externo, de lo superficial;¿dónde está la trampa?

La belleza está sobrevaluada. Este hecho le permite a un peluquero cobrarte $ 50 por el corte de moda, a la casa de cosméticos $ 70 una base de maquillaje y a un cirujano plástico $ 3.800 una cirugía de nariz. Yo estuve dispuesta a pagar ese precio y los adicionales en incomodidades, dolores, moretones y vendas. Para mí, lo valía.

La primera vez que sentí que algo no estaba bien con mi nariz fue en 5º grado.
Escuché mientras dos compañeritos hablaban de mí. Uno decía que yo no era TAN fea y el otro respondió con un lapidario:

-Con esa nariz ¿cómo no va a ser re fea?

A partir de ese momento supe que nunca más me iba a sentir linda con la nariz que tenía. En mi cabeza empezaron a sucederse conclusiones absurdas sobre todos los chicos que no habían gustado de mi, sobre todos los asaltos en los que no había bailado y en especial por qué en mi familia mi hermana era la linda y yo la inteligente.

No sabía que existían las cirugías de nariz, ni maneras mucho menos costosas de sentirme mejor, en ese momento solo supe que mi nariz era la causa de todas mis infelicidades. Denme el beneficio de la ignorancia, tenía 10 años.

La posibilidad de una cirugía estética siempre está. Remota, cercana, delirante, concreta, uno siempre piensa qué podría "hacerse" (por lo menos en las mujeres he comprobado que es así).
El tema es cuando uno deja de verlo como una posibilidad y empieza a ser una necesidad. Cuando uno ya no soporta ser así, cuando es imperioso cambiar y no alcanza con maquillaje, ni dietas, ni peinados, ni consuelos de la gente querida que te dice que sos linda.
Cuando una parte de tu cuerpo te resulta tan fea, tan fuera de vos, que te es extraña. Yo llegué ahí. Contar a qué grado me impedía esto desenvolverme bien en mi vida social, no sólo sería extenso, sino desgastante y humillante, pero lo hacía.

Hoy hace un año exacto que me operé. Hace un poco menos, 350 días si no hago mal la cuenta, que por primera vez en mi vida, me vi linda, me gusté. Y eso se mantuvo todos y cada uno de los días de ese momento a esta parte. Hay días que me veo desarreglada, descuidada, ridícula, mal vestida, despeinada, pero nunca más me vi fea. No hubo un solo día en que no me gustara ser yo. Si cada mañana me siento como cuando salís de la peluquería y te hicieron un lindo corte de pelo, como cuando te comprás un jean que te queda bien, ¿qué hay de malo en eso?

Algo debe haber, como para que me sienta en la necesidad de escribir esto para explicarme, para contar, para ver si rompo ciertos prejuicios, para no sentir que al momento en que amigué las palabras cirugía y estética desterré todos los otros valores, para sentir que no es tan alto y descabellado el costo de ser linda.