11 de agosto de 2008

Build me up

Hay un momento en la vida de cada niña en que supera a Elektra y su padre ya no es el hombre que busca. Por gracia del Señor o de un complicado proceso que Freud explicaría mejor, deja de ser la figura paterna la que encolumna el deber ser de todos los otros hombres.

Por supuesto no todas corren con esa suerte y algunas siguen pensando que los hombres deben ser altos, flacos, usar bigotes y trabajar de traje como papá, hablemos de las que no.

Para algunas es el primer novio, ese que van a buscar eternamente en todos los otros por venir. Ese que por primera ver hizo vibrar ciertas cuerdas y por ende esperan que de ahi en adelante las mismas suenen solo si las tocan como el primero.

Para otras el hombre ideal es como Pablo Echarri, o incluso como Diego Moreno. Al hombre ideal lo creó un guionista y van buscando por la vida costureros que les respiren intensamente al oído. Y así es como debe ser el hombre que se precie de tal.

Un hombre mayor, el que les rompió el corazon, el novio de una amiga, un profesor que las inspiró, el hombre como debe ser puede salir de cualquier lado.

Mi primer modelo de hombre, por supuesto fue mi padre. En ese momento, entonces, el hombre como Dios mandaba tenía que haber escapado al aburrimiento de la oficina. Tenía que haber encontrado un trabajo que le permitiera dormir hasta tarde cuando lloviera. Tenía que ser un poco adolescente y los sábado a la tarde tenía que tocar la guitarra.

Para cuando había crecido un poco, mi hombre ideal se llamaba Mario. Tenía que ser rebelde, pero conocer al sistema como para tener éxito dentro de él. Tenía que tener una voz profunda que le sirviera para destilar ácido. Tenía que ser muy inteligente, y demostralo. Todo el tiempo, al precio que hiciera falta. Tenía que saber de todas las cosas que me gustan y tenía que hacerme reir. Hacerme sentir pequeña, diminuta y hacerme reir.

Encontré a mi tercer hombre, hace poquito, de la manera que menos me gusta. Y ahora el HOMBRE es un profesional exitoso, inteligente, apasionado por lo que hace. Es un hombre que está en todo. Es un referente para los hombres a su alrededor. Es elegante, canchero y tiene mucha actitud. Es altanero, seductor y soltero empedernido. Es adicto al trabajo, misógino y pedante. Es exigente, me subestima y nunca le alcanzo.

Y está mal, pero es así, el hombre ideal hoy es el que nunca jamás me daría bola porque su modelo de mujer no escribe en un blog, no viaja en tren cantando babasónicos a los gritos y definitivamente no lo tiene a él como el hombre ideal.