10 de marzo de 2008

Two weeks notice

Se me va. Mi única amiga en el laburo se me va. Me deja y tengo ganas de llorar.

Y es raro, porque suelo ser bastante sorete y no alegrarme por las alegrías ajenas, pero debe ser que una a veces empieza a sentir a algunas personas como parte de una, entonces su alegría no es una tristeza, sino como mucho un sentimiento encontrado. Un sentimiento encontrado con otro.

Y me alegra, porque se lo merece, porque le va a venir bien, porque para ella quiero lo mejor.
Pero me pone triste porque la voy a extrañar, porque ella es lo único bueno que tiene este trabajo, porque es lo único lindo entre los paneles, las alfombras y los muebles grises.
Y también me da envidia porque encontró trabajo antes que yo, porque pudo lo que yo no. Y ese es un sentimiento de mierda, pero lo tengo.

Y no voy a poder ir a comer panchos a Cabildo y Juramento sola, ni recorrer todas las casas de ropa buscando cosas verdes, ni llamar a nadie a las 7 de la mañana para pedirle que me lleve ropa porque me fui de joda la noche anterior y no da caer con la facha de ayer.

Y la voy a extrañar mucho y me da el miedo que a uno le da la pérdida de la rutina, de los vínculos que se forjaron en la costumbre, en el día a día, y me dan ganas de llorar.

Y se me llenan los ojos de lágrimas y la canaria me pregunta qué me pasa y no puedo contestarle otra cosa que:

-Me alegro mucho por vos.