14 de octubre de 2009

Cine ATP

Cuando era una recién estrenada puber, me ponía colorada e incómoda si en la película que veía con mi mamá, la protagonista se rateaba del colegio, mentía sobre quedarse a dormir en casa de una amiga o tenía una primera cita.

Ya de adolescente tardía me hacían carraspear y tragar saliva las escenas de descontrol, borracheras, experimentación con drogas y especialmente las escenas de sexo, si mi mamá era mi compañera de butaca.

A mi precoz adultez, no puedo quedarme quieta en el lugar si ante nuestra vista, el director decidió poner a una madre llorando, a una joven yéndose de su casa o peor aún una mujer en sus 40 desgarrándose de dolor mientras le pregunta a su infiel marido qué debería hacer cuando su traición la hace quedar a ella y a la vida que vivió como estúpidas.

(igual las escenas de sexo también un poco me siguen incomodando)