para Fede
Te recomiendo, te pido, te imploro, espátula en mano te saques del cuerpo todos esos besos dados, enviados, referidos de mi parte, porque me llevo mis besos.
No te los dejo para más tarde porque suelen irse más rápido de lo que uno cree y cuando se van solitos, con autonomía y libre albedrío no hacen más que buscar víctimas. Mis besos, dispersos y militantes no van a parar a cuerpos que los aceptan con los brazos abiertos sino que buscan víctimas. Y eso no puedo permitírmelo.
Porque siendo victimarios ellos, soy su cómplice al darlos al azar, metiendome en una asociación ilícita, sufriendo el síndrome de Estocolmo, fascinada con los besos que me secuestran. Porque necesitás saber que el sádico besador, no es más que otra víctima de sus besos.
En algún momento de mi vida, han tomado determinaciones propias, y así, de mi boca de cuna radical salieron besos peronistas, arrebatados, aguerridos, con diente en cierto caso. Besos populistas que si hubiesen sido mostrados en público, la masa hubiese aplaudido diciendo: Eso es amor.
Pero te fuiste y se quedaron desconcertados y no va a pasar mucho tiempo antes de que busquen otra causa no elegida.
Entonces te pido que me los devuelvas, que no te cuesta nada, que no están rancios sino vivos y si no me los devolvés y los controlo van a ir a parar a la cama del compañero menos pensado.