3 de noviembre de 2008

No me preguntes,

sólo soy una chica.

Hay veces en que una chica tiene que demostrar que puede sola, que no necesita de otro, que consigo misma le alcanza y no necesita ayuda.

El sábado por ejemplo, yo tuve esa oportunidad casi anónima de mostrarle a todos y a la vez a nadie, que yo puedo sola.

Mientras el promotor me alcanzaba mi reluciente (vincha)corbata recordé los años de colegio privado en que cada mañana me hice el nudo al cuello prolijo, como el de un señorito inglés y levanté la cabeza triunfante.

Y los vi.

Decenas de hombres, uno más apetecible que el otro, luciendo sus corbatitas al cuello.

Supe que me bastaba, que yo sola podía, que no necesitaba a ninguno de esos masculinos caminantes.

Y agarré la corbata y me la puse al cuello e hice el primer cruce, el lado derecho por encima del izquierdo y lo solté.

Y me acerqué al morocho que despreocupado miraba al escenario y con toda la suficiencia del mundo le dije:

-¿No me hacés el nudo de la corbata? Porque no tengo ni idea como se hace...

Porque hay veces en que una chica tiene que demostrar que puede sola, pero otras tiene que admitir lo lindo que es aceptar ayuda.