24 de noviembre de 2010

Gente como uno

Hay cosas que la gente como uno no se puede permitir admitir.

Preguntale a mi mamá si le gustan los culebrones de la tarde, que inmediatamente te va a decir que no, que la aburren, que son todas iguales, que a ella le gustan los unitarios o las series "de afuera" como Vulnerables o Lie to me.
Eso sí, no vengas un feriado a casa porque vas a tener que ver la repetición de Valientes, y no la apures mucho porque te recita el curriculum artístico de la Fulop, empezando por Abigail hasta la actualidad.

Sentate con mi papá a hablar de música. Te va a contar que su primer disco fue uno de Santana, va a mencionar términos como fusión, blues y afro-soul, y en cuanto le preguntes por la cumbia o melódicos latinos va a dar por finalizada la discusión.
Eso sí, no vayas nunca a los últimos 15 minutos de sus ensayos semanales porque lo vas a ver delirar con covers de los Wawancó. No vengas tampoco a una cena en que alguien saque la guitarra, porque si no sabés las letras de Montaner, Sandro o Cacho Castaña, después de la primera media hora no vas a poder cantar nada.

A cualquiera de mis amigas preguntale si leyó el último libro de Danielle Steel. Sin dudas te va a decir que no, que lee cosas con más contenido. Te va a contar como justo ahora está releyendo Spinoza, mientras trata de terminar uno de Murakami que le quedó colgado.
Eso sí, no entres a su habitación, ni revises su biblioteca porque justo al lado de Tokio Blues y dos de Bolaños, vas a encontrar la colección completa de Chick Lit que sacó Revista Caras y en la mesita de luz va a haber una copia de Comer, Rezar, Amar, mientras que el Tratado teológico-político junta polvo en algún estante desde hace años.

Por último, preguntame si quiero un novio y sin mediar segundo te voy a decir que no, que nada más alejado de mis deseos, que hoy no podría, que esas cosas de pareja no me divierten, que no tengo madera de novia. Voy a decirte que lo mío es otra cosa, que ya me volví cínica y por último voy a detallarte cada uno de mis fracasos.
Eso sí, no me vengas a buscar los sábados a la mañana cuando me levanto para acompañarlo a hacer windsurf y lo miro una hora mientras me tomo un licuado. Ni me invites a la noche a cenar porque voy a estar también con él y sus amigos comiendo un asado. Y sobre todas las cosas no me revises el diario íntimo porque puede que leas transcripciones exactas de sus halagos, crónicas exhaustivas de cada uno de sus centímetros y una descripción bastante exacta de lo contenta que me pone ser su no-novia.

(porque si hay algo que a la gente como uno no le gusta, es quedar en evidencia)